“Homenaje para nuestro apreciado Director, Mg. Emilio Rufail”
- Lubka Kutna
- 1 feb 2024
- 9 Min. de lectura

Por Lic. Hugo Sallis
Un camino
"Hace tres meses que decidiste irte. Sé que estabas cansado. Desde que nos conocemos, estabas enfrentando problemas de salud; y en el último año (2023), empeoraste mucho.
Quizás ya no hablábamos tanto y no impartíamos clases juntos desde hace algún tiempo. Tal vez mis responsabilidades aumentaron, quitándonos tiempo. Sin embargo, esto nunca cambió la forma en que me tratabas. Hasta hace poco, me enteré de que hablabas bien de mí a otros, como si estuvieras orgulloso de que uno de tus alumnos llegara hasta aquí (¡qué vergüenza me da!).
En mis días de estudiante, hace casi una década, nos cruzamos en dos materias. Fue entonces cuando me inculcaste el amor por la cultura árabe y me enseñaste a repasar la historia de mis antepasados sirio-libaneses. Todavía recuerdo cuando nos pediste un trabajo práctico que requería una "breve reseña histórica" de una región, y no se me ocurrió mejor idea que escribir 60 páginas sobre la historia de la Media Luna Fértil. Aún puedo oírte decir: "Te has pasado un poquito". Ese trimestre fue realmente excepcional. Era un placer ir a la universidad sabiendo que tú eras el profesor. No había nada que contaras o dijeras que no fuera interesante o enriquecedor; aún conservo el cuaderno de apuntes de tu cátedra de Seminario Taller de Integración 1. Hay días en los que me siento mal con respecto a mi trabajo docente (ahora doy esa materia en otra sede), y vuelvo a esas notas, a esos apuntes que me transportan de vuelta a tus clases, a tus enseñanzas. Me hacen bajar de mi nube, tal como tú solías hacer cuando hablábamos.
Pasé momentos muy difíciles durante mi carrera, lo que me llevó a abandonar la universidad durante un trimestre. Cuando logré reunir un poco de energía para regresar, quise hacerlo a un lugar donde me sintiera cómodo. Volví a tu materia de Geopolítica y Estrategia, ese fue mi punto de retorno. Realmente necesitaba un entorno acogedor, y tú estuviste allí para ayudarme, para escucharme siempre. Hablar contigo sobre Mackinder, el Heartland y el Espacio Vital, junto con un puñado de compañeros, fue el regreso perfecto. Esa chispa que casi se apaga, tú la volviste a encender, la convertiste en un incendio. La conexión entre la geopolítica y el Medio Oriente, que tanto nos apasiona a ambos, empezó a unirnos más allá de las clases. Y no sé por qué, pero siempre te admiré tanto que me daba vergüenza tutearme contigo, aunque tú tenías una humildad abrumadora. Era muy difícil no querer quedarse charlando contigo y consultarte cosas. En pocas asignaturas me sentí tan enriquecido como en las tuyas.
Por supuesto, el tiempo pasó y llegó el final de mi carrera. En 2016-2017 se presentó la oportunidad de ser asistente de cátedra, algo que también había buscado. Lo primero que hice fue preguntarte a ti qué te parecía la idea. Te encontré en la facultad esperando el ascensor, y ante mi consulta, me diste unos consejos que me han acompañado hasta hoy y que me llevaron a donde estoy en la universidad. Cuando la oportunidad de ser asistente se concretó, solo quería hacerlo en tus cátedras. Incluso retrasé mi graduación para que esto fuera posible. Todavía recuerdo cuando fui a consultarte si podía estar en tus clases. Estabas en mitad de una clase y te interrumpí. La ansiedad y el miedo me dominaban. Te consulté, y aceptaste diciendo "bienvenido", y así sellamos la fundación de un equipo que duró hasta tu partida. Dar clases a tu lado fue simplemente único. Esos días fríos en el colegio con un grupo de estudiantes y en 2017 en el edificio con la querida Irina como estudiante súper destacada. Esos días y semanas aprendiendo de ti fueron maravillosos. No recuerdo un solo día en el que no tuviera energía para estar allí. Las reuniones de claustro presenciales, discutiendo con otros docentes, nuestra presentación conjunta en el congreso de Rosario sobre la crisis de Suez, son momentos que guardaré en la memoria hasta que esta deje de funcionar. Pero creo que la sensación de orgullo, nervios, respeto y todo por estar en una conferencia junto a ti jamás desaparecerá.
Llegó el momento de mi tesis y los problemas con mi tema. Claro que fue sobre el Medio Oriente, y tú fuiste mi tutor. En medio de todo eso, nació mi tercer hijo, Alejandro, y todo se aceleró. Me gradué frente a los profesores a los que respeto, y con tú en mi equipo. Fue lo mejor.
Después me convertí en profesor, dejé de ser tu asistente, y fue el turno de Tincho y luego de Iri. De vernos todas las semanas, pasamos a vernos de vez en cuando. Fundaste el observatorio con Tincho, Lu y Tincho, y poco después llegó Iri. Las actividades que promovimos juntos sobre el Medio Oriente (el espacio que debíamos ocupar, según tus palabras) fueron multitudinarias, y por suerte, tuvimos éxito. La pandemia frenó un poco todo, pero tú siempre estabas allí, al pie del cañón, pensando en cosas.
El último tiempo fue de muchos cambios. Los años 2022 y 2023 fueron muy difíciles a nivel personal, pero por suerte te tenía a ti cuando necesitaba charlar.
Mi camino era desordenado cuando te conocí. Tú, con tus enseñanzas, lo dirigiste hacia un lugar que me gustaba. Siempre con consejos simples y efectivos.
No sé si este escrito llegará a algún lugar, pero necesitaba contar algunas cosas. Otras quedarán para nuestra historia personal. Siempre te recordaré, amigo. No hay día en que no te extrañe y piense en ti."
Por Lic. Irina Bellucci
"Emilio, te fuiste hace tres meses ya. Este mes que pasó volando y a la vez fue una eternidad. Egoístamente, no quería que te fueras, pero aquellos que te conocíamos sabíamos que estabas pasando por un mal momento desde hacía algún tiempo.
Considero que sobran las palabras para describirte: pelirrojo, carismático, cordobés, magíster, descendiente de libaneses, amante del hummus y de cocinar. Cuando en el equipo pensamos en escribir algo en tu memoria, al principio me negué mentalmente de manera rotunda. En mi cabeza, aún es más real cuando todavía tengo nuestra conversación en WhatsApp a mano. Comunicar tu partida fue una de las cosas más difíciles que nos tocó hacer este año.
La UAI cuenta con grandes docentes, pero para mí, tú fuiste extraordinario. Cuando se comunicó la noticia de que te habías ido de este mundo terrenal, todos decían lo mismo: gran docente, pero sobre todo mejor persona. Y era verdad, te entregabas por completo cuando alguien te necesitaba, y de tus clases siempre se sacaba algún dato curioso.
Quienes no te conocían en profundidad no se daban cuenta de lo que estabas pasando. Siempre alegre, haciendo chistes, llevabas todo con humor. Excepto una cosa: tu deseo de inculcar a los demás esa pasión por las relaciones internacionales (y la ciencia política también, que no se pongan celosos los politólogos).
Creíste en mí, y me lo demostraste desde el primer día. Nunca te lo dije, pero tus clases fueron la razón por la que no cambié de carrera. No por falta de mérito, siempre tuve buenas notas con la mayor humildad posible. Pero la pasión que tenía por la carrera al principio (quería ser Licenciada en Relaciones Internacionales desde séptimo grado), y pensar en qué iba a hacer con mi tesis, con mi vida laboral después, me estaba volviendo loca. Pero tú me desafiaste a más.
Te conocí en uno de esos eventos que organiza la UAI con distintas eminencias de la carrera, y pese a que eras uno de los 3 invitados para hablar, te robaste el show como siempre hacías. Durante un descanso para tomar café, alguien mencionó que darías clases al año siguiente. Me entusiasmó mucho la idea de seguir aprendiendo sobre Medio Oriente, tu especialidad. Finalmente, llegó este primer día de clases contigo, y fue aún mejor de lo que esperaba. La clase pasó volando, sabías muchísimo. En tu tercera clase, me asignaste mi tema de trabajo práctico y posterior tesis: la guerra en Siria. Luego profundizamos más: las mujeres kurdas en Siria y su lucha contra el Estado Islámico.
Después, en 2020, en plena pandemia, hablábamos muy seguido... corrección va, corrección viene. A mediados de ese mismo año, me pediste que me uniera como alumna al observatorio. Fue todo un honor, no me sentía digna. A Hugo ya lo conocía por tus clases, y a Martín también. Lu fue clave en el marco teórico de la tesis y siempre fue un amor. Ese grupo hizo que el encierro de la pandemia fuera mucho más llevadero, no lo sufrí tan aislada. Organizamos encuentros, webinars, todo de manera online, y puedo decir sin faltar a la verdad que fueron un éxito. Siempre nos mantenías activos, fuiste un excelente director. Nos mantenías en movimiento y nos exigías dar siempre más, pero escuchabas con paciencia nuestros problemas, con tal amor que casi uno olvidaba lo que estabas pasando tú. Nos llamábamos para organizar alguna actividad y hacíamos catarsis contigo durante horas.
El año siguiente, ya Licenciada, me pediste que diera clases contigo, primero virtualmente y luego presencialmente. Volví a donde creí en mí. Verte en tu elemento fue un placer. Me acuerdo de que tras las primeras clases, me dijiste: "Puedes aportar tú también, interrúmpeme si es necesario, sino yo sigo de largo". ¿Y cómo decirte que estuve a punto de agarrar un cuaderno y empezar a tomar apuntes también? Me sentía como una alumna otra vez, y era un placer verte en tu elemento. Tenías ese don. Cuando nos juntamos en un bar con el equipo del observatorio, pude ver por qué habíamos aceptado todos estar ahí: era por ti. Gracias a ti, amamos escribir, seguir investigando, analizando los hechos que se presentan con pensamiento crítico, y tomando en cuenta todo lo que nos enseñaste.
Tengo la confianza en que nos seguirás guiando como siempre lo hiciste."
Por Lic. Lubomira Kutna
¡Querido Profe (así es como yo lo llamo, y nunca dejo de hacerlo a pesar de que me lo ha dicho varias veces que lo llame Emilio)!
Hace muy poco que nos dejó, pero quiero decir que nunca nos dejó, porque siempre está y va a estar en nuestros corazones, acompañándonos y dándonos fuerza. Es difícil para todos nosotros escribir estas líneas, y estoy más que segura de que ninguno de nosotros puede expresar completamente lo que usted significó para nosotros. Me atrevo a decir todos, porque al leer las líneas de Hugo e Irina, cada vez se siente más el cariño y la admiración hacia usted.
Lo que lamento mucho es que, durante todos estos años, no fui capaz de demostrarle la admiración que le tengo. Hace poco vi un video de mi profesor de la Universidad de Valencia sobre el liderazgo, y cuando lo escuché, la única persona que encajó en toda la definición del líder fue usted.
El profesor hace una definición muy importante del líder que me gustaría compartir:
“El líder es aquella persona que cultiva una serie de actitudes y valores que le permiten sacar, en primer lugar, lo mejor de sí mismo, lo cual lo lleva a crecer y a hacer crecer a los demás. También ayuda a sacar lo mejor de los demás. El líder descubre, promueve y forma líderes en su entorno. Es alguien que, al mirar a otro, no lo hace de manera posesiva, sino que busca el bien de esa persona y capta su potencial, más de lo que uno mismo puede captar en sí mismo. El líder promueve en nosotros la capacidad de crecer. Vive en libertad y promueve la libertad de los demás porque ve más allá, ve cosas que los demás no ven. No valora a las personas por lo que hacen, sino por lo que son. No solo ve lo que son las personas en el presente, sino lo que pueden ser en el futuro, ve la potencialidad de estas personas. Confía en las personas más que nadie, porque ve su potencial y se implica en él”.
Me encantaría compartir el video con usted para expresar realmente lo que usted fue para nosotros. No solo fue nuestro profesor en varias materias, sino que siempre trató de darnos apoyo, nos motivó, nos guió, nos ubicó, fue un Líder para nosotros.
Usted, Profe, nos dio un camino que ni nosotros mismos sabíamos que podíamos recorrer, desde la integración al observatorio hasta crear profesionales como Hugo, Martín e Iri. Y todo esto se debe a que creyó en nosotros, creyó que somos capaces y que podemos hacerlo, que tenemos el potencial para ser buenos en eso.
¡Usted, Profe, nos convirtió en personas mejores, en líderes que ahora confían en sí mismos y promueven la confianza hacia los demás, viendo y sacando lo mejor de los demás! Profe, ahora nos hace mucha falta alguien como usted, que nos diga que valemos, que somos capaces. Pero no lo vamos a decepcionar. Así como usted confió en nosotros y vio el potencial que tenemos, vamos a seguir adelante, haciendo lo que siempre nos gustó, ya sea escribir, dictar clases, etc. Siempre lo vamos a hacer pensando en usted, para dar la confianza y lo mejor de nosotros a las personas que confiaban en usted, para no decepcionarlo.
¡Esté donde esté, Profe, siempre estará con nosotros!
Con mucho dolor, leyendo estos testimonios, me entero de la partida del Sr. Emilio Rufail.
No tuve el gusto de conocerlo personalmente, pero si de asistir a las charlas online del Observatorio, a las que era generosamente invitado por Lubka (Lu), quién no se ahorraba palabras de elogio para su profesor y mentor.
Supe a través de Lu, de sus amplios conocimientos, de su sabiduría, de su humildad, de su entusiasmo contagioso y de su inmensa generosidad.
La admiración y devoción que supo despertar en todos los que de una u otra forma lo conocimos, habla de la inmensa calidad humana de Emilio.
Emilio, al mundo le hace falta mas gente como vos.
Un abrazo al cielo,
Omar Barneto