Mujeres de la Yihad
- Lubka Kutna

- 15 sept 2020
- 5 Min. de lectura
Por Lubomira Kutna (*) para el Observatorio Medio Oriente de la UAI
Cuando lo vi por primera vez en la foto, con el pantalón camuflado, la barba larga y el arma en la mano, me pareció tan atractivo, lindo…Empecé a hablar con él…es tan amable, amoroso, comprensible, y su fe es insuperable. Me gusta su visión, su ideología, la fascinación con la cual habla sobre el Estado Islámico.”
Así comienza la historia de la mayoría de las chicas y mujeres reclutadas por el Yihad (la doctrina islámica interpretada en los términos de Occidente como la “guerra santa”).

Digo “chicas”, porque normalmente se trata de mujeres muy jóvenes, que aún no completaron los 18 años (de países como Inglaterra, Bélgica, Holanda, Alemania, como también Canadá y Australia, entre otros), pero existen también mujeres de más de 40 años, que siguen el mismo camino.
La pregunta es ¿por qué las mujeres siguen el camino para ser parte del Estado Islámico? ¿Es sólo por el amor o hay algo más atrás?
Aunque las historias de estas mujeres casi siempre comienzan igual, viendo fotos en las redes sociales, chats, Skype, Facebook, etc., no siempre terminan igual.
Digo eso, porque hay dos tipos de mujeres definidas dentro de lo que se conoce sobre las mujeres reclutadas. Por un lado, están las mujeres “víctimas” del terrorismo, principalmente del Estado Islámico y por otro, las mujeres criminales, o sea con perfil “terrorista”.
En general, las chicas o mujeres “víctimas”, empiezan su historia con un amor puro e incondicional. Ni siquiera sabían rezar a Alá, hablar árabe y leer el Corán y muchas veces, no conocían nada sobre la cultura y religión del Islam.
Mediante el uso de los medios de comunicación, gracias a las nuevas tecnologías, las chicas comienzan a hablar a diario con los hombres “atractivos” de la yihad. Éstos, les enseñan el Corán a su manera y desde su propia interpretación, donde idealizan la lucha armada como santa, como algo que es lo correcto y lo mejor para que la ley divina reine en la Tierra. Usando el amor como un arma de doble filo, hasta que logran atraparlas.
Así, han reclutado y radicalizado miles de mujeres extranjeras, siendo el caso más significativo, el de aquellas mujeres que formaron parte del Califato que se estableció en parte de Siria e Irak. , entre 2014 y 2017.
Estas mujeres que se enamoran por completo de los hombres terroristas, comienzan a compartir la fascinación y la adoración por el Estado Islámico, dejando atrás toda su vida, familia y escuela/universidad, para sumarse a sus filas.
Estos hombres y mujeres cooptados por el Daesh, dieron forma al fenómeno conocido como los combatientes terroristas extranjeros.
A través de las redes sociales, la mayoría de las mujeres han venido difundiendo con orgullo el comportamiento de sus hombres “guerreros santos”, festejando y gloriando los ataques terroristas como el de Nueva York (11-S), Manchester, Bruselas, Paris, etc. La intención es estimular e invitar, cada vez a más hombres islamistas de todo el mundo para que no sean “cobardes” y se sumen a las filas del Estado Islámico.
A estas mujeres, completamente obsesionadas y entregadas, siempre se les prometió una nueva vida, un lugar para vivir, de formar una familia, pero la realidad que deben enfrentan es diferente y demasiado cruel. En general, la realidad con la que se han encontrado, ha sido un hogar destrozado, muchas veces compartido con otras familias en la misma situación, y además, tienen que agradecer diariamente a Alá.
Puede sonar absurdo, pero para ellas, inicialmente, es lo mejor que les pasó porque sirven a sus guerreros y al pueblo, en nombre de Alá. Pero cuando se dieron cuenta de que tenían que lidiar con situaciones límite, como por ejemplo, ser compartida con otros hombres en nombre de Alá, o recibir un castigo violento por no obedecer órdenes, sufrir la privación total de la libertad, o que quizás sea la última vez que verían a su marido, ya era demasiado tarde.
En ese momento, cuando estas mujeres quisieron volver a sus verdaderos hogares, con sus verdaderas familias, se dieron cuenta que la pesadilla aún no había terminado.
Es que cuando decidieron volver a sus vidas anteriores, no pudieron hacerlo, ya que fueron privadas de sus pasaportes y virtualmente secuestradas por sus maridos, que no les permitirían marcharse.
De repente, estas mujeres tan fuertes, aparentemente decididas, se hundieron y se transformaron en víctimas del Estado Islámico, incluso apareciendo en la lista de personas peligrosas por estar vinculadas al terrorismo.
En relación a las mujeres terroristas aparece un fenómeno controversial, donde el Estado Islámico, mediante al-Naba (el diario semanal del Estado Islámico) reconoce a las mujeres en nombre de Alá, no como un ideal de amor, sino como mujeres combatientes, con la intención de aumentar las fuerzas de la Organización.

La mayoría son mujeres reclutadas que tenían algún vínculo con el yihadismo anteriormente, sea por alguien cercano o de la familia, y ya tenían una idea muy fuerte y arraigada sobre el Estado Islámico.
Estas mujeres generalmente son muy buenas reclutadoras y mediante la propaganda del Estado Islámico y la difusión de la idea de que dicha organización les garantiza a las mujeres un estatus superior, lograron -y lo siguen haciendo- persuadir a muchas chicas que no se identifican con la sociedad occidental.
Es muy típico ver estas mujeres con la vestimenta islámica, el niqab, que cubre todo el rostro, y la utilizan para marcar y demostrar su renuncia y odio a la cultura occidental .
Las mujeres yihadistas son determinadas y hasta muchas veces peores que los hombres yihadistas. Su participación en la guerra santa se caracteriza por el uso de la violencia como castigo, mordiendo con los dientes de metal, torturando y además, han sido entrenadas para utilizar varios tipos de materiales y hasta construir dispositivos explosivos.
Otro fenómeno vinculado con las mujeres terroristas, ha sido que al casarse, los novios, firmaban un certificado donde se consiente que la vida y la muerte de la mujer estén en las manos de Estado Islámico. La mujer declara, que si el Califa (ahora con la caída del califato sería más apropiado decir el líder de la organización) decide que la mujer lleve a cabo una misión suicida, el marido no puede prohibírselo.
Mientras el Califato estaba en pie, las mujeres terroristas formaban parte de una brigada especial de mujeres de la hisbah (una fuerza policial de ISIS que se basaba en el principio coránico de ordenar el bien y prohibir el mal), para hacer cumplir las normas de moralidad, de vestimenta, de segregación sexual, y también supervisar el comercio de las esclavas sexuales. Siempre estaban armadas con los Kalashnikovs, imponiendo su poder y ordenando castigos brutales para cualquier persona que consideraban desobediente a las reglas del ISIS.
Hoy por hoy, muchas de las mujeres reclutadas están en prisión, y muy pocas fueron repatriadas por sus Estados, considerando que no se permite la repatriación por sus actividades y crímenes vinculados al yihad.
Aquellas mujeres que lograron ser repatriadas, tienen que pasar por un proceso largo de rehabilitación o cumplir pena de prisión domiciliaria por los delitos que hayan cometido por unirse al Estado Islámico. Las que no pueden volver a su país, tienen que despertar diariamente en Roj Camp o al-Hol (Siria), con sus hijos, en prisiones en condiciones inhumanas.
Aunque el Califato cayó, el Estado Islámico sigue reclutando miembros para engrosar sus filas, entre ellos mujeres, ya que sigue activo, involucrado en varios conflictos en Medio Oriente y en África del Norte y el Sahel.
[1] El sentido simbólico del Niqab tiene que ver con expresar que la mujer que lo lleva es observante del Islam, el tema del rechazo a Occidente, precisamente es una interpretación de las mujeres musulmanas o entregadas al Islam occidentales.

Lubomira Kutna es Licenciada en Relaciones Internacionales egresada de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).



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