Te invito a jugar en mi pantano trasero llamado Afganistán
- Hugo Javier Sallis
- 16 ago 2021
- 5 Min. de lectura
Lic. Hugo Sallis* para el Observatorio Medio Oriente
En los primeros días de octubre de 2001, J. W. Bush y Tony Blair ordenaron los primeros bombardeos sobre objetivos talibanes en Afganistán, dando comienzo a la «operación libertad duradera» con el principal objetivo de capturar a Bin Laden, acusado de ser el autor intelectual de los atentados del 11s.
Luego de varios presidentes y primeros ministros, Afganistán continúa siendo el campo de operaciones extranjeras y grupos extremistas que luchan por tener el dominio de una región clave en Asia Central. En las últimas horas, la noticia de que Kabul había sido tomada por los talibanes sorprendía al mundo (sorprende que sorprenda) imaginando rápidamente que la catástrofe humanitaria se encuentre a la vuelta de la esquina.
Cuando Estados Unidos, criticado hasta el hartazgo por considerarse el Sherif del mundo luego de la Segunda Guerra Mundial y ubicar bases militares en regiones conflictivas del mundo decidió -bajo la administración de Donal Trump (también criticado por fomentar la violencia cada vez que daba un discurso)- el retiro definitivo de las tropas norteamericanas de Afganistán para septiembre de 2021, fue duramente criticado hasta por quienes hoy se encuentran en el gobierno de Estados Unidos. Este retiro de tropas planeado en etapas trascendía el gobierno de Donald Trump y terminaría en la siguiente administración demócrata con Biden a la cabeza.
Luego de varias idas y venidas (y algunas encuestas con números rojos) la administración de Biden decidió adelantar el retiro de tropas del conflictivo país para fines de agosto, lo que desencadenó una avanzada del talibán y un cambio de escenario a nivel regional de la cuestión afgana.
En primera medida, los talibanes que vieron a las tropas estadounidenses en retirada comenzaron una ofensiva hacia las ciudades que aún estaban bajo control del gobierno afgano (apoyado por las fuerzas norteamericanas) hasta llegar este 15 de agosto a la capital del país –Kabul-, el palacio presidencial fuera tomado por asalto provocando el exilio del presidente Ashraf Ghani y varios representantes del gobierno. La circunstancia, por demás anunciada, complejiza aún más la situación de miles de civiles atrapados en el fuego cruzado de insurgentes, fuerzas afganas y la multiplicidad de grupos extremistas que acoge un país sin control.
Estos civiles en las últimas horas se vieron envueltos en travesías hacia la frontera o los aeropuertos para intentar salir del país, sumidos en un caos y librados a su suerte. Viendo como el mejor escenario terminar como refugiado en Pakistán (quien ya alberga a más de un millón de refugiados afganos), si es que logran cruzar la frontera bajo el intenso calor que se pronostica para los próximos días (en su mayoría viaja a pie), recorriendo regiones controladas por los insurgentes. ¿Escapan de la sharía o de la interpretación talibanes de esta? Escapan del recuerdo aún vivo de cuando los talibanes tenían el control del país antes de 2001, de las prohibiciones insólitas (la música, por ejemplo) y el desprecio hacia los derechos de la mujer.

Por otro lado, el juego de fuerzas extranjeras en el «patio trasero» de Rusia o mejor dicho, el espacio post soviético se intensifica ya que Rusia, China, Pakistán, Irán y Estados Unidos (aun con el retiro de tropas) tienen intereses diversos y opuestos lo que transformara nuevamente a Afganistán en un entramado de interés, alianzas y envío de (más) armamento a la región.
Si bien China tiene una pequeña frontera con Afganistán, sus intereses en la región de Mes Aynak (cercana a Kabul) rica en cobre son ampliamente conocidos. También preocupa cualquier avance terrorista de la región que pueda reavivar las fuerzas de los grupos extremistas de la región de Xinjiang, clave para las relaciones chinas con sus vecinos. Aunque el retiro de Estados Unidos cayó bien en el seno del poder chino, siempre preocupados por la inteligencia norteamericana operando en su esfera de influencia.
Por su parte, aunque los Estados Unidos se retire de Afganistán este fin de mes, no deja de tener intereses en el país, la preocupación de que los talibanes se apoderan del país continua y advierten que el país podría convertirse en un terreno fértil para acoger bases de operaciones de grupos extremistas, como al-Qaeda. Por otro lado, es clara la intención estadounidense de limitar la intromisión china, rusa e iraní en la cuestión, aunque a la luz de los hechos, es demasiado tarde.
A Putin le preocupa garantizar la estabilidad fronteriza de sus aliados en Asia Central, pero, al igual que China, nunca vio con buenos ojos la intrusión de la inteligencia norteamericana en su esfera de influencia y hay quienes creen que desde Rusia se ayudó a los talibanes con el solo fin de contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región. Aunque es una encrucijada en un juego riesgoso que involucra también a los aliados rusos, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán que se ven afectados por la avanzada talibán que involucraría el crecimiento de los grupos terroristas, principalmente por el Estado Islámico.
Pakistán por su parte, luego de la retirada estadounidense, ve amenazada la frontera norte (Línea Durand) altamente permeable a refugiados y ataques terroristas; el ministro de relaciones exteriores pakistaní, Shah Mehmood Qureshi, declaro que su país fue siempre victima en el conflicto y no fue escuchado por el consejo de seguridad de la ONU. También aclaro que no puede culparse a los talibanes de todos los males de Afganistán, apuntando así contra las intervenciones extranjeras que durante décadas pasaron por su vecino país.
Por último, la frontera iraní con Afganistán es escenario del crimen organizado y el fortalecimiento de La Fuerza Quds (que responde directamente al Líder Supremo de Irán, Ayatolá Jamenei), quienes apoyan clandestinamente al grupo insurgente, en las últimas horas tomaron el control del país.
Entonces, ¿es el patio trasero ruso un pantano para los intereses regionales de chinos, norteamericanos, iraníes y pakistaníes? ¿acaso el control del crimen organizado por parte de talibanes es el menor de los males de la región?
Históricamente la región fue protagonista de sucesos que evidenciaron la lucha de fuerzas mundiales, pasando por Alejandro III de Macedonia, la ruta de la seda en época en que el imperio mongol se hacía fuerte en Asia Central y hasta los intereses de la extinta URSS durante la Guerra Fría entre otros, y las ultimas horas (y meses) no fueron la excepción, el anuncio del retiro de tropas estadounidenses y la inmediata pérdida del poder del gobierno central afgano abrieron la caja de pandora y, como la mitología griega lo indica, solo la esperanza no fue liberada.
Por estas horas la sociedad civil afgana vive una aceleración de la violencia, la desesperación y el abandono por parte de toda autoridad, circulan videos de personas comunes que corren hacia aeropuertos y fronteras para convertirse en refugiados en algún país vecino, imágenes de los cuerpos talibanes asumiendo el control del país para una «transición» y varios líderes del mundo culpándose mutuamente por la catástrofe humanitaria que se aproxima.
Afganistán es un país que no supo ser, no por su gente, sino por su historia reciente minada de intervenciones extranjeras, gobiernos débiles y escenario de los últimos capítulos de la guerra fría. Hoy hay quieres anhelan aquel recuerdo inconcluso de las reformas modernizadoras que intento llevar adelante la monarquía de Mohammed Zahir Shah, derrocada en 1973, que con errores y aciertos, condujo al país durante cuarenta años.

(*) Lic. Hugo Sallis: Licenciado en Ciencias Políticas y Profesor Universitario para la Educación Secundaria y Superior.
Escritor y docente de la Universidad de Buenos Aires, Universidad Abierta Interamericana & Universidad Argentina de la Empresa.


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