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Medio Oriente en la era Biden

  • Foto del escritor: Emilio Alejandro Rufail
    Emilio Alejandro Rufail
  • 24 nov 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 17 dic 2020

Por Emilio Alejandro Rufail (*) para el Observatorio de Medio Oriente de la UAI


Aún siguen los ecos de las recientes elecciones en Estados Unidos, sin que el Presidente Trump haya reconocido su derrota, provocando un daño a la institucionalidad estadounidense sin precedentes, algo que no se reparará en el corto plazo.


Incluso sigue tomando medidas y llevando a cabo acciones unilaterales e injustificadas para un presidente en salida, condicionando el accionar de su sucesor, como lo son la reciente gira de Mike Pompeo en Medio Oriente, visitando un asentamiento ilegal Israel o sus encuentros con los líderes del Golfo.


Pero a pesar de ello, la era Biden ha comenzado y los analistas se plantean diversos escenarios y posibles decisiones sobre la política exterior de Estados Unidos, entre los cuales el Medio Oriente siempre ocupa un lugar destacado.

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La tradición demócrata marca un posible regreso a los foros multilaterales y una mirada diferente sobre la política exterior, especialmente en lo que refiere a esta región del mundo, la cual tiene una variada agenda, siendo los temas que se destacan:


  • ­ el conflicto palestino-israelí;

  • ­ la normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y algunos países árabes

  • ­ Irán, su rol en Medio oriente y América Latina, su plan nuclear y su alianza con Siria y el Hezbollah libanés por un lado, y su acercamiento a Rusia y a China por otro;

  • El auge del radicalismo islámico, el cual no ha dejado de crecer, ni siquiera en el contexto de la pandemia de covid19. El Estado Islámico sigue activo y aún no se ha resuelto la amenaza de los combatientes terroristas extranjeros (FTF´s) que intentan regresar a su países de origen, y a que los que no lo pueden hacer se han sumado a otros conflictos en desarrollo en le región de Medio oriente y África del Norte y el Sahel.

  • ­ Las relaciones con Arabia Saudita

  • ­ Las tensiones en el Mediterráneo oriental alimentadas por un lado por Turquía y la actitud beligerante de su presidente, y su tradicional enemistad con Grecia. Poor otra parte, las tensiones surgidas del hallazgo de cuantiosos recurso gasíferas y petrolíferos encontrados en la cuenca del Mediterráneo oriental y que despiertan tensiones crecientes en los países ribereños y la necesidad delimitar las zonas económicas exclusivas (ZEE).


La reciente designación por parte Joe Biden del avezado diplomático Antony Blinken como su Secretario de Estado (Ministro de Relaciones Exteriores) es una señal clara de lo antes mencionado. Ya había sido el segundo del departamento de Estado con el Presidente Obama.


- Conflicto palestino-israelí


Los analistas internacionales estiman que la Administración Biden intentará reparar el daño causado al proceso de paz entre palestinos e israelíes, - el daño ya fue realizado- ya que el llamado Acuerdo del Siglo o Acuerdos de Abraham, significaron la ruptura de una posición consensuada entre los principales actores de la comunidad internacional, de no alterar el statu quo internacional de Jerusalén. Dos decisiones de la Administración Trump vulneraron dos principios importantes, por un lado, legitimando una violación flagrantemente del derecho internacional al considerar legales los asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania (También reconoció soberanía israelí sobre Alturas del Golán pertenecientes a Siria), sumado a ello el reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel (Con el traslado de su Embajada allí) algo que debía ser parte de una solución negociada del conflicto, algo que no sucedió, ya que Trump se limitó a esbozar su plan y a intentar obligar a los palestinos a aceptarlo, aún a sabiendas que era perjudicial a sus intereses y aspiraciones.


Estados Unidos nunca ha sido un negociador ecuánime, siempre, sin importar el color de la Administración en la Casa Blanca, ha privilegiado los intereses de Israel, país con el cual mantiene una alianza indisoluble, y muchas veces los intereses de ambos Estados parecen confundirse.


- Normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y el mundo árabe


Recientemente Israel ha normalizado sus relaciones con Emiratos árabes Unidos, Bahréin y Sudán. Está negociando la delimitación de sus espacios marítimos con Líbano. Otros países árabes están evaluando la posibilidad de hacer lo mismo.


Creemos que a este respecto, la Administración Biden continuará, a su manera, el legado de Trump, facilitando la normalización de las relaciones entre ambas partes, ya que ello conllevaría una estabilización de la región conflictiva, sustentada en lazos de cooperación y comercio. Nadie ignora que esta situación se gestó por la necesidad de enfrentar la amenaza que representa el creciente poder militar de Irán y su influencia en varios países del mundo árabe, más que por haber resuelto sus diferencias.


Aquí la cuestión subyacente es porque los palestinos deben renunciar a sus derechos para que otros disfruten de los suyos, ya que los países árabes que han establecido lazos con Israel, con esta acción, están legitimando la ocupación y sacrificando, echando al olvido los inalienables derechos del pueblo palestino.


La reciente visita de Netanyahu acompañado por el Secretario de estado pompeo a Arabia Saudita para reunirse con el Príncipe Heredero parece indicar que dicho reino árabe será el próximo país en normalizar sus lazos con Israel.


- Irán


Este país es una de las cuestiones más conflictivas y complejas de resolver. La Administración Biden deberá soportar las presiones de Israel para a contener a Irán, para que Washington no regrese al Acuerdo Nuclear del cual se retiró Trump y mantener e incrementar las sanciones contra Teherán.

También debe sumarse aquí el accionar de las organizaciones proxies iraníes en Medio Oriente, entre las que se destacan el Hezbollah principalmente en Líbano y Siria, y los Hutíes de Yemen.


Asimismo, el contexto se complejiza, ya que el eje Irán, Siria y Hezbollah cuenta con soporte extra regional, por una parte con Rusia que ha hecho pie en Siria y el creciente rol de China en la región.


Los demócratas creen que hay que regresar al acuerdo nuclear y mantener canales de diálogo abiertos con Teherán, una posición similar a la asumida por Obama, ya que consideran que de no hacerlo y seguir aislando a Irán o entregándolo a los brazos chinos y rusos, sólo radicalizaría aún más al régimen de Teherán y ello seguiría desestabilizando la región.


Otra cuestión a la que la Administración Biden deberá ocuparse es a la vez un tema de política exterior como de seguridad, son los crecientes lazos de Irán con sectores de América Latina y el rol de Hezbollah en la región.


- Auge del radicalismo islámico


El auge del radicalismo y el extremismo islámico, que muchas veces son conducentes al terrorismo, es una de las mayores amenazas a la seguridad internacional, la cual se ha gestado en el contexto del conflicto y pos conflicto de Siria e Irak.


Numerosas personas atravesaron el mundo para sumarse a las filas del Estado Islámico, y luego con la caída del califato, muchas de estas personas quisieron regresar a sus hogares, pero ahora eran combatientes entrenados, radicalizados, propagadores de una amenaza incalculable para propios y extraños.


Aquellos que no pudieron volver a sus hogares se han sumado a varios de los conflictos vigentes en la región, donde principalmente el Estado Islámico y sus aliados, pero también Al Qaeda y su red siguen activos y multiplicándose, proyectándose más allá del mundo árabe, al Sahel principalmente y Europa.


Aquí la Administración Biden debe ser firme, porque ya en el pasado la inacción o la acción limitada de Obama permitió el crecimiento y desarrollo del Estado Islámico. Esta vez, los Estados Unidos deben mantener activa la coalición internacional contra el Daesh y no permitirle fortalecerse. Washington debe colaborar con sus aliados para debilitarlos lo más posible, ya que es sabido que difícilmente puedan ser derrotados, al menos si se los sigue combatiendo con tácticas militares, cuando en realidad se trata de amenazas mucho más sofisticadas, organizaciones que cuentan con recursos e inteligencia muchas veces superiores a las estatales. Es un desafío que no puede obviarse.


- Arabia Saudita


El reino saudita es uno de los mayores socios comerciales de los Estados Unidos. La relación no se limita sólo a los recursos petrolíferos sino hay que resaltar que Riad es uno de los mayores compradores de armas estadounidenses. Ambos países tienen una alianza estratégica pero contradictoria, ya que la visión extremista del Islam que propicia el Reino es la ideología prevalente en muchos de los grupos extremistas que Washington dice combatir. Habrá que estar atentas para ver cómo la Administración de Bidan se relaciona con un socio tan importante no sólo comercialmente sino también en temas de seguridad.


- La crisis del Mediterráneo oriental


La tensión es multicausal. Por un lado las diferencias históricas entre Turquía y Grecia –sus aliados en la OTAN- que se proyectan además sobre el conflicto de Chipre.


Además de Turquía y Grecia, Egipto, Líbano, Siria e Israel –entre otros- también alimentan las tensiones porque quieren resguardar sus derechos e intereses sobres las cuantiosos recursos energéticos hallados en la cuenca mediterránea, lo cual puede crear una tensión que puede reemplazar la cordialidad que Israel ha conseguido de otro actores árabes, haciendo que la conflictividad medio oriental estalle por otra diferencias como las surgidas de la delimitación marítima de sus zonas exclusivas. Aquí también están involucrados los intereses de otros actores europeos.


Algunos analistas creen ver que en el Medio Oriente se está jugando una suerte de partida de ajedrez, en la cual las grandes potencias del mundo se disputan palmo a palmo, poder e influencia. Por un lado, Estados Unidos y sus aliados (Israel, Arabia Saudita, otros países del Golfo) y por el otro, Rusia y China (Irán, Siria, Hezbollah).


Como hemos podido repasar, la posible agenda del futuro presidente Biden es compleja y requerirá una activa política exterior de Washington, no sólo en resguardo de sus intereses estratégicos sino también para prevenir que la conflictividad de esta región del mundo crezca, y como ha hecho en el pasado, proyecte sus consecuencias sobre toda la comunidad internacional.


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(*) Emilio Alejandro Rufail es el Director del Observatorio de Medio Oriente. Magister en Diversidad Cultural. Especialista en Estudios Árabes, Americano-Árabes e Islámicos. Lic. en Relaciones Internacionales. Profesor universitario de Seguridad Internacional y Seminarios sobre el Medio Oriente, y África del Norte, Mundo árabe, Mundo Islámico (Universidad Abierta Interamericana y Universidad Católica de Córdoba).


 
 
 

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