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Afganistán: El pasado que regresa de la mano del talibán

  • Foto del escritor: Emilio Alejandro Rufail
    Emilio Alejandro Rufail
  • 2 sept 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 11 sept 2021

El texto original fue publicado en CQAO Info (https://cqap.info/web/index.php?iLEG_ID=1&iENC_ID=16828)


Por Emilio Alejandro Rufail (*)


Los talibán (Plural de talib=estudiante) están de vuelta, como símbolo incontrastable de la derrota de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán.


Era un secreto a voces que el gobierno afgano sólo controlaba la capital Kabul y zonas marginales, pero nunca logró controlar el territorio y mucho menos estabilizar el país.




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Sólo era una cuestión de tiempo para que se apoderaran del país, incluso negociaron esto con Estados Unidos en Qatar.


El escenario afgano es la muestra clara de cómo los estrategas estadounidenses no logran comprender que la superioridad militar no alcanza para definir estos conflictos complejos, en territorios montañosos y atravesados por una multiplicidad de factores y fenómenos que interactúan simultáneamente, entre los que podemos citar al terrorismo, el narcotráfico, la trata de persona, el tráfico de armas, los conflictos étnicos y religiosos sin resolver, la pobreza, la marginalidad y la exclusión social, incluso de género.


La complejidad es tal que se superponen las tipologías de los conflictos a la hora de clasificar el conflicto de Afganistán, que incluyen los llamados conflictos de cuarta generación, los conflictos asimétricos e incluso los conflictos y las amenazas hibridas.


Tampoco podemos obviar a la corrupción en el gobierno afgano que ha dilapidado cuantiosos recursos, un ejemplo de ello han sido los llamados militares fantasmas que sólo aparecían en la nómina pero no en la realidad. Esto contribuyó en parte a la retirada estadounidense, ante la imposibilidad de justificar ante sus contribuyentes la falta de resultados en Afganistán y el costo en vidas estadounidenses durante tantos años.


Estados Unidos y la OTAN sólo demostraron una superioridad aérea, pero los talibán mantuvieron el control del territorio, mientras otros grupos controlaban reducidas áreas tribales.


Los talibán, que fueron desalojados del poder en 2001, tras la invasión de los Estados Unidos luego de los atentados a las Torres Gemelas, se apoderaron de la producción y el tráfico de heroína y el contrabando, las dos actividades ilegales más lucrativas del país, haciéndose de los recursos necesarios para financiar su lucha.


Para entender Afganistán, hay que develar las multiplicidades de etnias que lo conforman. El grupo más numerosos son los pastunes, pero también encontramos, entre otros, a los hazaras, los nuristaníes, los tayikos y a los turcomanos, que debido a los caprichos del dominio colonial, se creó un Estado multiétnico, sin identidad ni cohesión nacional, porque lejos de ser un Estado moderno, estos grupos conservan sus lealtades a la tribu, la etnia y a la religión, que es el islam en sus diversas ramas.


Esto no sólo se refleja en las tensiones intercomunitarias que existen en el país, sino que es una de las causas que explica porque el llamado ejército afgano se desbandó tan rápidamente, debido a que sus miembros, además de proteger sus vidas, privilegiaron sus lealtades tribales, étnicas y religiosas.


Los Talibán son pastunes, que además de ser el grupo más numeroso, posee tradiciones y una cohesión que han perdurado por siglos y les ha permitido imponerse a los demás, practicando un Islam que es fruto de la mixtura de dicha religión con el código ético pastún conocido como pastunwali, creando una versión del islam muy conservadora y especialmente desfavorable para las mujeres.


Como es sabido miembros de esta etnia, que crearon a los talibán, fueron educados y entrenados en las madrasas (escuelas coránicas) paquistaníes en los años ochenta, financiadas por Arabia Saudita, propagando el wahabismo, la corriente político-religiosa vigente en el reino saudí. Asimismo, los talibanes fueron imbuidos en la creencia de la legitimidad del uso de la violencia para el logro de sus objetivos, algo que compartieron con sus compañeros de ruta, la organización Al Qaeda y su extinto líder Osama bin Laden.


El vacío de poder creado por la retirada de Estados Unidos y de la OTAN está siendo capitalizado por China y Rusia, que mantuvieron al igual que Turquía, sus Embajadas abiertas.


China se apresuró a reconocer a los Talibán, ya que quiere incluir a Afganistán en su Ruta de la seda. Además, la situación en Afganistán le interesa porque puede afectar a Pakistán, su socio regional, en su disputa por la hegemonía de la región con India. También quieren asegurarse que los Talibán no colaboren con los uigures, pueblo turcomano de fe islámica de la provincia de Xinjiang


Por su parte, Rusia intenta neutralizar a los Talibán para que su accionar e influencia se circunscriba a Afganistán, ya que no quiere que agite a las minorías islámicas que habitan su territorio y tienen aspiraciones a separarse de la Federación. Moscú tiene un amargo recuerdo de los talibán, que colaboraron en el derrumbe de la Unión Soviética.

El pasado está de vuelta, a pesar de los discursos moderados y de afirmar que ha evolucionado. Lo que los Talibán llaman evolución, yo lo llamo adaptación. Este es un mundo distinto, tecnológico y empoderado. De todos modos el tiempo y no las palabras, mostrarán las verdaderas intenciones del Talibán.


Por lo pronto, algunas acciones despiertan el resquemor, la persecución de los que piensan distinto, incluidas las minorías y como algunos han dado en llamar, el retorno del apartheid de género, que afectó en el pasado a las mujeres y que parece estar volviendo, ya que se tiene información que en el interior de Afganistán han obligado a las familias a entregar a sus mujeres para casarse con miembros del grupo.


No sólo se trata de una amenaza hacia las mujeres, el regreso del Talibán al poder es un poderoso mensaje de aliento a todas las organizaciones radicalizadas que luchan en los distintos escenarios del mundo, un mundo que debe reaccionar porque si no lo hace, a la pandemia del Covid 19 le seguirá una pandemia de violencia para la cual no habrá laboratorios ni vacunas que la puedan detener.



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(*) Emilio Alejandro Rufail es el Director del Observatorio de Medio Oriente. Magister en Diversidad Cultural. Especialista en Estudios Árabes, Americano-Árabes e Islámicos. Lic. en Relaciones Internacionales. Profesor universitario de Seguridad Internacional y Seminarios sobre el Medio Oriente, y África del Norte, Mundo árabe, Mundo Islámico (Universidad Abierta Interamericana y Universidad Católica de Córdoba)

2 comentarios



ombeba1956
02 sept 2021

Muy interesante y analítica la nota. Es increíble la distancia cultural que hay entre los Talibán y el mundo occidental en el que nosotros vivimos. Y es muy acertada y preocupante la conclusión respecto al peligro que representa su retorno al poder. Felicitaciones Emilio. Un gusto leer tus líneas.

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