Arabia Saudita, el coronavirus deja a los trabajadores inmigrantes en una situación compleja
- Emilio Alejandro Rufail

- 10 oct 2020
- 3 Min. de lectura
Por Irina Bellucci (*) para el Observatorio Medio Oriente de la UAI
Arabia Saudita tiene 34 millones de habitantes y es el mayor productor mundial de crudo, un recurso natural muy codiciado en el mundo y tenía una economía pujante hasta hace poco. Sin embargo, con el derrumbe de los precios del petróleo ocasionados por la pandemia y la parálisis económica, los trabajadores inmigrantes, que representan al menos a 10 millones de personas, se vieron perjudicados. Hoy cuentan con más de 200.000 de infectados con Covid-19 y 2.000 fallecidos aproximadamente. Y la irregularidad de los trabajadores inmigrantes empeora la cuestión.

Con el boom que implicó en los años 70 el desarrollo de Arabia Saudita gracias al petróleo, se requirió mucha mano de obra, y los extranjeros llegaron para realizar trabajos pocos calificados. Asimismo, esta gran presencia de extranjeros se suma a las cuestiones culturales (por ejemplo, que debido a su legislación las mujeres se ven impedidas de realizar ciertos trabajos). Estos trabajadores suelen tener trato de ciudadanos de segunda, con una casi nula legislación laboral que los proteja ante la explotación laboral y las altas cargas de trabajo, y además sufren discriminación por los países de los cuales proceden (en su mayoría de Pakistán, la India, Bangladesh, Egipto, Filipinas, Sudán y Nepal) debido a una creciente ola xenofóbica. De hecho, los nacionalistas de ese país reclaman una limpieza de los trabajadores inmigrantes.
No todos son trabajadores legales que viven en condiciones de precariedad sino que sufren segregación social. Sus empleadores se abusan de su vulnerabilidad valiéndose del sistema denominado “kafala” que es un sistema de apadrinamiento, el cual se diseñó para permitir la entrada de trabajadores extranjeros a los países árabes. En la práctica, representa la esclavitud, ya que dependen de los permisos que les decida otorgar o no el empleador, ya sea para moverse o para cambiar de empleo y es usual que los patrocinadores les quiten sus pasaportes. Si este sistema se les quita, se vuelven trabajadores ilegales, con lo cual es una fuerte disyuntiva para estos el sistema que reina en Arabia Saudita. Terminan estando entre la espada y la pared, ya que ninguna de esas perspectivas es buena. Si los detienen y se encuentran en condiciones irregulares, se exponen a que los expulsen del país, no sin antes haber pagado sus deudas en el caso de que las tuviesen.
Con el surgimiento y desarrollo del covid-19, estos se vieron en una frágil condición porque han quedado en su mayoría desempleados y a la deriva. Arabia Saudita no tiene un Estado de Bienestar, y por ende no cuentan con prestaciones sociales. Esto es un problema, ya que dichos trabajadores se ven más expuestos a contagio y difusión del coronavirus, y están mal alimentados y con pocas defensas. Viven en condiciones de hacinamiento, intentando sobrevivir con muy poco dinero. Esto ha generado que muchos hayan estado dispuestos a retornar a sus países de origen, pero estos no los han querido aceptar de vuelta por una cuestión de emergencia sanitaria.
Para Arabia Saudita también representa un problema a mediano plazo, ya que estos trabajadores que han vuelto representan el 2.5% de la fuerza de trabajo total del país, y realizan trabajos que no están dispuestos a hacer la población local.
Queda esperar si el gobierno tomará alguna medida en pos de que no siga fugándose su mano de obra, y si se mejorará las condiciones de vida de estos trabajadores.
Fuentes consultadas:

(*) Irina Bellucci es estudiante avanzada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales de la UAI y es Redactora Asistente de Contenido ONLINe del Observatorio Medio Oriente de la UAI.



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