Implicancias del Acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos
- Emilio Alejandro Rufail

- 17 ago 2020
- 5 Min. de lectura
Por Emilio Alejandro Rufail (*) para el Observatorio de Medio Oriente (@MedioUAI)
@Rufail
La firma del Acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos es un hecho auspicioso ya que contribuye en cierta manera a mejorar la convivencia pacífica en el Medio Oriente, entre Estados que desde su independencia no habían establecido relaciones diplomáticas.

En la actualidad, Israel sólo mantiene relaciones plenas con Egipto (1979) y Jordania (1994), a los cuales ahora se suman los Emiratos Árabes Unidos (2020).
En ese sentido, creo que la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y los países árabes es un hecho necesario, ya que ello podría poner fin a las tensiones que han existido por demasiado tiempo entre árabes e israelíes. Asimismo, ello podría abrir la puerta para iniciar un largo camino de reconciliación entre israelíes y palestinos. Esto no sólo beneficiaría a la región del Medio Oriente sino también a toda la comunidad internacional, contribuyendo a la paz y seguridad internacionales.
También creo que para ello deberían cumplirse algunas condiciones previas. Israel tiene derecho a existir, a ser reconocido por sus vecinos, vivir en paz con ellos y tener unas fronteras internacionalmente reconocidas. Por eso, para alcanzar una paz justa y duradera para todas las partes, creo que Israel debería reanudar las negociaciones bilaterales con los palestinos, que preserven su seguridad y no sólo imponer su voluntad, ya que ello podría extender la conflictividad a perpetuidad.
Israel debe estar dispuestos a poner fin a la ocupación de los territorios palestinos, a la multiplicación de los asentamientos ilegales, también debe renunciar a su plan de anexión unilateral de Cisjordania, y evitar el cambio en el status internacional de la Ciudad de Jerusalén. Estas acciones son inaceptables para cualquier Estado, incluso Israel, cuyos dirigentes expresan a menudo que su país es la única “democracia del Medio Oriente”, aunque estas acciones están alejadas del proceder democrático y son injustificables violaciones del derecho internacional.
Argentina debería pronunciarse claramente sobre esta cuestión, ya que las acciones unilaterales que importen la anexión de territorios podrían tener efectos negativos sobre las aspiraciones argentinas de recobrar la soberanía sobre las Islas Malvinas de parte de Gran Bretaña.
Del mismo modo reconozco que Israel tiene el legítimo derecho a defenderse si es atacado, pero ello debe hacerse en el marco de una respuesta proporcional y que no afecte a los civiles, que siempre son las principales víctimas en todo conflicto, en este caso tanto los ciudadanos israelíes como los palestinos. Aquí también debe resaltarse que tanto Israel como sus vecinos deben proceder con responsabilidad internacional.
Por lo antes expuesto, creo que el acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos en el contexto actual no tendrá todos los efectos positivos que se esperan de él, ya que a pocas horas de ser firmado, varias autoridades israelíes han manifestado que la anexión de Cisjordania sólo ha sido suspendida y que se retomará en un breve tiempo. Cabe recordar aquí que las autoridades emiratíes habían justificado su firma en que los israelíes no concretarían esa acción.
Esta situación demuestra a todas luces que existe otra motivación para la firma de mencionado acuerdo. En ese sentido, podemos citar dos frases que sirven para describir este acuerdo, la primera de José Luis Borges que afirma “no los une el amor sin el espanto” y la otra del saber popular que dice que “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”. Ambas sirven para reafirmar que el acuerdo se basa sobre todo en la necesidad de ambos Estados de aunar fuerzas en contra de Irán, país que se ha erigido en una amenaza a la seguridad de varios países del Medio Oriente, ya que Teherán a través de sus organizaciones proxies está interfiriendo en los asuntos internos de varios países de la región. El caso más importante es el Hezbollah libanés, pero no es el único, también actúan en el marco de la conflictividad que afecta a Siria, Irak, y Yemen, sólo por citar los casos más importantes.
Por ello, para los palestinos el acuerdo es un trago amargo porque el mismo parece legitimar las acciones israelíes sobre territorio palestino, alejando aún más la posibilidad de la solución de los dos Estados que permitiría el surgimiento de un Estado palestino.
Diversos analistas internacionales y varias fuentes palestinas consultadas avizoran que otros Estados árabes –entre ellos Bahréin y Omán-estarían dispuestos a “sacrificar” las aspiraciones palestinas a cambio de ponerse bajo el paraguas de seguridad que representan tanto Israel como los Estados Unidos por lo que consideran la amenaza iraní.
El Medio Oriente es un tablero de ajedrez mundial donde los principales actores internacionales y sus aliados regionales disputan una partida para conservar o ampliar su influencia en dicha región.
Por un lado, encontramos a Estados Unidos, Israel, Arabia Saudita y los países del Golfo y por el otro, Irán, Siria, Rusia y China. En tanto que Egipto, Turquía y Qatar, que parecen ser los actores que más cerca están de los palestinos, juegan su propia partida.
En este contexto, es probable que el amplio acuerdo alcanzado recientemente entre Irán y China, estableciendo una alianza estratégica entre ambos países haya adelantado el anuncio del acuerdo entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos. Las razones serían que Teherán logra por medio de este acuerdo, salir del aislamiento planteado por las crecientes sanciones estadounidenses por su plan nuclear, y por otra parte permite a los chinos hacer pie en el Medio Oriente, con todo lo que ello implica.
Tampoco pueden dejarse de lado las necesidades políticas de Trump y Netanyahu para motorizar este acuerdo. El primero porque no logra remontar en las encuestas que lidera el candidato demócrata Joe Biden en vistas al as próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. El segundo porque está atrapado entre las acusaciones de corrupción y las protestas por su manejo de la pandemia del COVID19. Ambos necesitan mostrar logros que les permitan salir del atolladero político en el que se encuentran inmersos.
De este modo, la resolución del conflicto palestino-israelí parece secundaria, lo cual afecta sobremanera los intereses palestinos, ya que a medida que el tiempo sigue transcurriendo, Israel consolida su presencia en Cisjordania y con ello, parece más difícil que esté dispuesto a detener su avance y menos a restituir a los palestinos sus tierras.
La paz es un bien demasiado preciado del cual todas las partes deberían beneficiarse, que no debería parcializarse porque si no se convertiría en un logro efímero y precario, el cual sería difícil de mantener el tiempo, si otros no acceden a la paz que añoran.
Seguramente Israel y los Emiratos Árabes Unidos obtendrán grandes resultados de la cooperación en numerosos campos, ojalá que ello cree ámbitos de confianza que se proyecten a toda la región.

(*) Emilio Alejandro Rufail es el Director del Observatorio de Medio Oriente. Magister en Diversidad Cultural. Especialista en Estudios Árabes, Americano-Árabes e Islámicos. Lic. en Relaciones Internacionales. Profesor universitario de Seguridad Internacional y Seminarios sobre el Medio Oriente, y África del Norte, Mundo árabe, Mundo Islámico (Universidad Abierta Interamericana y Universidad Católica de Córdoba).



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