La “mujer de hierro” yemení: Tawakkul Karman y su batalla continua
- Emilio Alejandro Rufail

- 14 ago 2020
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Por Lubomira Kutna para el Observatorio Medio Oriente de la UAI.
En mi artículo anterior comenté, que en el año 2011, tres mujeres ganaron el premio Nobel de la Paz, y quiero presentarles una de ellas.
La mujer más importante de la Primavera Árabe en Yemen, un país subdesarrollado, que es el más pobre del Medio Oriente, también identificado como un país cleptocrático[1], el cual es considerado como uno de los peores lugares del mundo para ser mujer.
La primera mujer árabe, y, la segunda mujer más joven en ganar el premio Nobel de la Paz, periodista, política, activista por la defensa de los derechos humanos, entre otros, ella es Tawakkul Karman de Yemen, la “Madre de la Revolución”.
Karman nació el 7 de febrero 1979 en Mekhlaf, cerca de la tercera ciudad más grande de Yemen, Taiz. Se gradúo en Comercio y en Ciencias Políticas y en el año 2012 obtuvo un doctorado honoris causa (por honor) en Derecho Internacional.

Ella, al igual que las protagonistas de la Primavera Árabe en otros países, construyo su legado en Yemen, defendiendo la lucha no violenta en favor de las mujeres y de su derecho de participar en la revolución defendiendo la paz.
Estoy segura que muchos lectores se preguntarán por qué tiene tanta importancia destacar su legado en la defensa del derecho de la participación de las mujeres en la revolución, defendiendo los derechos de las mujeres, si la revolución en sí, trató de conseguir la salida de la pobreza, del desempleo, de la corrupción, entre otros. Para aclarar, me gustaría indicar, que la Primavera Árabe en sí, comenzó a ser vista también, como una manifestación por la independencia femenina. Se esperaba conseguir una transformación de la condición de la mujer dentro de la estructura social y política.
Karman, al recibir el Premio Nobel dijo: "Hemos sido marginadas durante mucho tiempo y, ahora, es el momento para que las mujeres se alcen y tengan iniciativas sin necesidad de pedir permiso o aceptación."
Su lucha por los derechos de la mujer se demostró ya en la actitud que tomó en el año 2004 en una conferencia, cuando apareció por primera vez sin niqab y sólo con una bufanda cubriendo la cabeza. Con su decisión quería divulgar su pensamiento acerca de que: “cubrir la cara totalmente es cultural y no es dictado por el islam”.
Asimismo, Karman luchó, al igual que la “chica tunecina”, por la libertad de opinión, expresión, y derechos democráticos. Usó su mala experiencia que tuvo con una empresa telefónica, que la denegó una licencia, como la respuesta a sus protestas a favor de la libertad de expresión y decidió entonces crear, en conjunto con otras 6 mujeres, la fundación Mujeres Periodistas Sin Cadenas.
Aunque la creación de la fundación la trajo muchísimas amenazas de parte de las autoridades de Yemen, ella no dejo de luchar. Consiguió, en conjunto con otras cofundadoras, crear una organización muy importante que, mediante la utilización de diferentes medios de comunicación promueve la educación, la cultura, el desarrollo integral de la comunidad enfocada principalmente en los problemas de las mujeres, los niños, y también, en los principios de un bueno gobierno y anticorrupción.
Si bien, con la participación de Karman y el resto de las mujeres en la revolución se consiguió abrir un camino nuevo y desconocido hasta entonces para ellas, que les permitió colaborar y opinar en los asuntos de la construcción de un nuevo Estado, a largo plazo, la transformación en el rol de la mujer no trajo los resultados esperados.
Los hombres se empezaron a sentir amenazados, y eso dio lugar a una violencia aún mayor, no solamente en los términos de un sistema de justicia discriminatorio o una desigualdad económica, sino la violencia sexual y física.
En la actualidad, Yemen vive una guerra civil devastadora –que comenzó en 2015- que ya ha dejado demasiadas víctimas. Pero, como si esto fuera poco, en el año 2017 hubo un brote de cólera, que según la ONU fue la epidemia más grande y rápida debido a la destrucción del sistema de saneamiento durante la guerra.
En esta guerra, las mujeres y los niños son las principales víctimas, y viven preocupados por su seguridad. Según Amnistía Internacional, existen violaciones graves de derechos humanos: ataques en puestos de control si no van acompañadas por un familiar varón y sufren ataques durante las protestas (acoso, detención arbitraria y tortura y otros malos tratos a manos de las fuerzas de seguridad), así como también, un aumento de la violencia intrafamiliar.
Por tal motivo, Karman y con ella muchas otras mujeres siguen con su batalla. En sus palabras: “la batalla no se termina, es continua, hasta garantizar que los países se convierten en verdaderas democracias”, y, hasta que no se consiga de una vez por todas, lo que cada mujer merece: la libertad, el derecho a la vida, el derecho de expresarse y el derecho de sentirse parte de la sociedad, ella seguirá luchando.
[1] Cleptocracia se define como un sistema de gobierno que se está centrando en el enriquecimiento de sus propios dirigentes, mediante el aprovechamiento de los recursos públicos, en vez de buscar el bien común.

Lubomira Kutna es Licenciada en Relaciones Internacionales, egresada de la Universidad Abierta Interamericana (UAI).



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