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Los derechos LGBT en Irán: Una cuestión de identidad

  • Foto del escritor: Irina Bellucci
    Irina Bellucci
  • 17 feb 2021
  • 3 Min. de lectura

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Hay países en el mundo cuyos ciudadanos sufren discriminación, desigualdad e incluso violencia por su orientación sexual; Irán es uno de ellos. Desde la revolución de 1979, también llamada “revolución iraní”, la sociedad cambió. La cuestión más tocada es la del velo y las mujeres, que se ven sometidas a la sharia, pero se suelen dejar de lado las cuestiones relativas a los derechos de la colectividad LGTB.


Las leyes son restrictivas ya que sólo consideran a la pareja como hombre o mujer, y las relaciones homosexuales están prohibidas y castigadas con latigazos (conforme a ciertos artículos de la Sharia). Acorde a una publicación de WikiLeaks del 2008, el régimen ha ejecutado “entre 4.000 y 6.000 gais y lesbianas” desde la Revolución Islámica de 1979 (Mor.bo, 2020).


Según la ley, a partir de los 15 años estas relaciones conllevan la pena de muerte. Un caso famoso fue el de los adolescentes Mahmoud Asgari y Ayaz Marhoni, colgados en 2005.Este caso fue polémico internacionalmente. Si bien se los acusaba de violación de otro menor de 13 años, las fotos circularon por el mundo entero, junto con las acusaciones de que se tergiversaron los testimonios en contra de Mahmoud y Ayaz. Además, aunque hubieran sido veraces los cargos, se les aplicó la pena capital siendo menores de edad.


Por lo tanto, desde que se permite el cambio de sexo (gracias a una fetua de la década de los 80 del ayatolá Jomeini) muchos homosexuales, para evitar tener que huir de Irán o mantener sus relaciones en secreto con el riesgo que conlleva, deciden realizarse dicho cambio de sexo.

No obstante, los que lo deciden hacer, se ven juzgados ya que no es algo aceptado en realidad por la sociedad. Lo hacen entonces siendo presionados, con la complicidad del sistema médico, que sostiene que los LGTB están enfermos. Ni los profesionales de la salud ni el régimen hacen una diferenciación entre identidad y sexualidad.


Acorde a la agencia Khabaronline, los casos de reasignación de sexo aumentaron de 170 en 2006 a 370 en el 2010 (Hamedani, 2014). Sin embargo. esos números siguen aumentando y son impactantes: Irán ahora realiza al menos 4.000 cirugías de este tipo cada año.


Si bien el gobierno ofrece ayuda económica para dichas cirugías, esta es en realidad una trampa para los que eligen realizarla, ya que una vez que realizas la operación la ayuda económica se corta. Las familias los rechazan y terminan en situaciones de vulnerabilidad social y económica. Al carecer de apoyo familiar y social, se dedican al trabajo sexual y sufren violencia física. Esta violencia puede quedar impune; Irán tampoco tiene leyes sobre delitos de odio que castiguen las agresiones contra personas queer (Villareal, 220).


Este modus operandi atenta contra la dignidad de las personas y contra los derechos humanos. Esta falta de apertura mental condena a las personas a reprimir su sexualidad, sus vivencias, sus historias, en definitiva, su felicidad. Irán carece de políticas que sirvan para lograr una mayor cohesión y tolerancia en su ámbito doméstico. Asimismo, incumple el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ya que dicho Pacto en su artículo 6 establece: “No se impondrá la pena de muerte por delitos cometidos por personas de menos de 18 años de edad”; Lo mismo sucede con la Convención sobre los Derechos del Niño, que en su artículo 37 dispone: “No se impondrá la pena capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos por menores de 18 años de edad”.


La pena de muerte en la horca, las lapidaciones, los cambios de sexo forzados atentan contra los derechos de las personas y permiten que perdure en el tiempo un sistema retrógrado, machista y patriarcal. Y, en definitiva, me permito afirmar que es poco democrático, ya que las leyes y el gobierno arremeten contra los derechos y libertades de la propia población.


Los LGTB son personas que merecen vivir sin discriminación, sin violencia, censura, abusos institucionales ni negación de derechos. Una sociedad que descalifica a sus ciudadanos por su mera orientación sexual es una sociedad dañada. Sus leyes son injustas para con las lesbianas, gais, bisexuales y personas transgénero, obligándolos a vivir en la marginalidad, a ser ciudadanos de segunda. En este país, ser LGTB afecta significativamente la calidad de vida, la salud mental y física, y puede incluso ser condición suficiente para morir. En definitiva: Irán necesita otra revolución, la de los derechos humanos. Y es deber de la comunidad internacional apoyar esta lucha.


Fuentes consultadas:










 
 
 

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