Afganistán: derrumbes y retrocesos
- Irina Bellucci
- 13 jul 2022
- 4 Min. de lectura
Por la Lic. Irina Bellucci
Siguiendo a los artículos anteriores vemos que efectivamente en Afganistán hubo un claro receso en los derechos de las mujeres. Es evidente, ya que desde el retiro de las tropas estadounidenses del territorio afgano, las mujeres han sido violentadas de todas las maneras posibles.
Su libertad de movimiento, de culto, de expresión, y sexual se han visto coartadas, así como también su derecho a la educación y la salud digna y equitativa.

La comunidad internacional ha denunciado estos hechos, ya que son contradictorios a lo que en un principio afirmaron los talibanes cuando tomaron el poder. Se observa que pese a sus dichos de que no iban a repetir la misma situación que en 2001, las mujeres lo pasan igual o peor ya que muchas de ellas han crecido con libertades y posibilidades de desarrollo que hoy se las han quitado.
Las mujeres afganas deben ahora cubrirse el rostro en público, quedarse en sus casas y salir sólo en casos de necesidad, siendo estas directivas formales y no meras recomendaciones, según el gobierno talibán.
Es por esto que si las mujeres no obedecen a los hombres de sus familias serán castigadas, apelando así al terror y la culpa como medio de dominación. Ya en los medios televisivos las reporteras se vieron obligadas a usar burkas, vestimenta que las cubre de los pies a la cabeza, y las niñas no pueden asistir a la escuela secundaria, ni las maestras regresar a sus labores educativos.
La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) señaló las contradicciones entre las nuevas medidas y las previas declaraciones de los talibanes, que “respetarían y protegerían los derechos humanos de todos los afganos, incluidas las mujeres y las niñas” (UN News, 2022).
Si tenemos en cuenta las perspectivas de género dentro de las relaciones internacionales, podemos ver los postulados de exponentes como los de Jo Ann Tickner, dentro del pospositivismo, desafiando al realismo, quien sostuvo que “la política internacional es un mundo de los hombres” (Tickner, 1992).
En el caso de Afganistán adhiere completamente ya que se le niega a la mujer cualquier derecho y libertad, ni siquiera se la sienta en los debates.
Incluso a la hora de intercambiar perspectivas, desde el lado occidental, la mayoría de los disertantes son hombres. Las mujeres no son incluidas en la agenda internacional, y los temas referentes a ellas son tocados por hombres, que al no vivenciar la vida de la misma manera, ejercen un paternalismo encubierto.
Son las mujeres afganas, en muchos casos debido a la guerra, porque quedaron en la cabezas de la familia, las que deben tener voz.
Dentro del gobierno talibán no se las incluyó, lo que hubiera significado una muestra para el resto del mundo, de inclusividad.
Se sigue esperando que mejora la vida en la sociedad, pero la realidad es que este gobierno está compuesto por personas cuyo mayor interés es mantener el poder y no el bien común. Y esto lo vemos no en la paupérrima calidad de vida de las mujeres y niñas afganas y de la comunidad totalmente reprimida de LGBT, sino también en la población en general.
Acorde a los datos de la UNESCO, Afganistán posee una tasa de alfabetización del 43,02%, de la cual, la tasa de alfabetización masculina es del 55,48%, mientras que la femenina es del 29,81%. Hay que recalcar que aunque fue mejorando en el último tiempo, no sabemos cómo será esto en un futuro con las nuevas medidas tomadas por el régimen.
La UNAMA pidió explicaciones al gobierno, de la misma manera que los países occidentales. A esto se le suma el corte en las donaciones y sanciones al sistema bancario del país. A la crisis bancaria se le añade la crisis humanitaria ya que hoy dicho país posee casi 23 millones de personas en situación de hambre (UN News, 2022).
Las cuestiones naturales también le jugaron en contra a la población afgana debido a la poca preparación con la que cuentan a nivel gubernamental y de infraestructura. El pasado 21 de junio hubo un terremoto de grado 5.9 en la escala de Richter. Magnitud relativamente baja, en la cual en los países preparados para tales magnitudes no hace mella. Pero en un país marcado por la guerra sí.
Afganistán no tiene construcciones antisísmicas, los edificios no están preparados para estos eventos pese a estar en una zona propensa a ellos.
El mismo se dio por la noche y tomó a la población por sorpresa, fallecieron 1050 personas.
El epicentro fue en la provincia de Paktika y hubo una réplica al día siguiente. El terremoto en el este del país generó una catástrofe. "Si la vida antes no era realmente buena porque desde hace años había guerra, el terremoto nos la hizo aún más dura", afirma Malin Jan, que perdió a dos de sus hijas en el sismo. "Si nuestros hijos permanecen en esta situación, sus vidas correrán peligro debido a la lluvia y la nieve" (La Nación, 2022).
Debido a la precariedad de los campamentos, la escasez de alimentos y refugio, la falta de agua potable para higienizarse y consumir, así como las bajas temperaturas por el inminente invierno, para los habitantes de esas aldeas, que perdieron todo tras el sismo en esta región montañosa, la vida es pura incertidumbre en este momento y están dependiendo de la ayuda internacional.
Es por ello que el más alto funcionario de las Naciones Unidas en el país, Ramiz Alakbarov, viajó desde Kabul en helicóptero a la región. Asimismo el ministro afgano de Salud, Qalandar Ebad insistió en el sufrimiento “mental y psicológico” de la población (La Nación, 2022).
En definitiva, Afganistán necesita ayuda y visibilidad, para que su situación no quede tapada por otras cuestiones internacionales.
Porque si fuera así, se ignoraría el sufrimiento de miles de personas.
Referencias:
-Gender in International Relations: Feminist Perspectives on Achieving International Security (Columbia University Press, 1992).
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